Bienvenido!

Gracias por visitar mi blog. Bienvenido. Espero que este sea un espacio para que nos edifiquemos mutuamente. Cuento contigo.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Salida de Emergencia por Martín Zanetti

- Buenas noches Señor…usted está situado en una de las salidas de emergencias, ha leído la hoja de
seguridad?
Era el vuelo 2536 de Aeroparque con destino a Córdoba. Lo programado era volver a mi ciudad el día Martes por la noche, pero un cambio de planes me ofrecía la posibilidad de estar en mi hogar un día antes, y quien no trataría de aprovecharla? Así fue, que junto a mis compañeros de viaje, nos presentamos en el aeropuerto con la intención de sumarnos en cualquier vuelo esa misma tarde.
- Me quedan lugares en los pasillos de las salidas de emergencia. Tienen algún problema con ello? – nos pregunto la recepcionista.
Cruzamos algunas miradas. Fue suficiente para ponernos de acuerdo. No teníamos pretensión alguna, solo
queríamos llegar a casa; de modo que aceptamos la propuesta con gusto.
- Allí viajaran más cómodos –agrego la mujer-. Los lugares son más espaciosos.
Fantástico!, pensé, conseguimos un vuelo impensado, y en cómodos asientos! Parecía demasiado bueno
como para ser verdad. Mis dudas desaparecieron minutos después, cuando al llegar a mi lugar entendí que
no nos habían mentido, todo pintaba perfecto. Solo restaba sentarme, escoger un buen libro y tener a mano
mi notebook. Tome mi bolso, estire por última vez mis piernas y busque acomodarme en mi asiento.
-Disculpe Señor, pero no puede llevar ningún bolso de mano aquí, usted está en una de las salidas de
emergencia- sentenció una azafata.
Debo admitir que en un primer momento me desagradó tal aclaración, pero luego lo acepté. Al fin y al cabo
estaba en el avión que me llevaría de regreso a casa. Eso es lo que contaba. Eso es lo que deseaba. De modo que guardé mi bolso en su lugar, tome posición y, para evitar otra intervención de la azafata, abroche mi cinturón de seguridad y recline mi asiento.
Luego de escuchar las indicaciones de rutina, y esperando el momento del despegue, me apresté a
descansar…pero mis planes nuevamente se vieron frustrados…
-Buenas noches Señor, usted está situado en una de las salidas de emergencias, ha leído la hoja de seguridad?-
Supongo que mi rostro respondió a su pregunta, porque prosiguió sin hacerse esperar:
-Por favor, tómese un tiempo para leer las instrucciones que tiene frente suyo- me dijo amablemente.
Comencé a disgustarme. Aun no habíamos remontado vuelo y ya me aplicaron dos advertencias! ¿Que debo
esperar una vez que estemos en la altura? No lleve su bolso, lea la hoja de seguridad, ¿que vendrá después?
Pero recordé haber sido yo quien aceptó la propuesta y debía ser consecuente con ello. Tome la ficha y
comencé a leerla:
“USTED ES UN PASAJERO DE VITAL IMPORTANCIA EN ESTE VUELO. LE HA SIDO ASIGNADO UN ASIENTO EN UNA SALIDA DE EMERGENCIA”
Las primeras palabras, me impactaron. No esperaba una declaración de este tipo. Ante todo, querían que
supiera que el lugar que ocupaba en el vuelo era importante, y eso me agradó. No era solo un pasajero más.
Era especial. ¿Y a quien no le gusta que lo hagan sentir especial? Leer aquello me predispuso de otra manera,
y así decidí continuar mi lectura. Aparecía un detalle de los requisitos que debía cumplir quien ocupaba ese
lugar: No tener enfermedades que limiten actuar, demostrar habilidad, ser fuerte para abrir la puerta en caso
de emergencia, hablar correctamente para saber transmitir la información al resto de los pasajeros, ser capaz
de utilizar ambas manos, ambos pies, tener equilibrio, etc. Cada frase, cada línea escrita, sonaban como
elogios hacia mi persona, y eso era motivante. No habían elegido a “cualquiera”, me habían elegido porque
habían visto en mí todas esas cualidades.
Pero todo el orgullo que sentía de ocupar semejante lugar, se desplomo segundos después. La ficha de
instrucciones continuaba con el “Modo de Operación”, donde describía el procedimiento que debía seguir en
caso de una emergencia. “Mire con cuidado para detectar humo o fuego…”, “guie a las personas hacia la
salida de emergencia…”, “mantenga la calma de los demás pasajeros…”, “comience a evacuar
ordenadamente…”. Un momento! –me dije. ¿Cómo es esto? Repetí mi lectura con mayor atención, pero
seguía sin entender. ¿Resulta que ahora soy responsable de mantener la calma de los pasajeros en caso de
que el avión se encienda en llamas!!!. Imaginé por un instante la escena…”Queridos compañeros de viaje, me
presento: Mi nombre es Martin y soy el pasajero de la salida de emergencia. Soy de vital importancia en este
vuelo, por tanto quiero pedirles su atención. En forma ordenada iremos escapando por esta puerta, antes que
el avión…estalle en mil pedazos!, por favor, uno a la vez y sin perder la calma… a ver, los hombres a mi
derecha, las mujeres a mi izquierda…”. Qué locura!. Estaba agradecido por sus primeras palabras, me
enaltecían, pero esto me pareció fuera de lugar!.
Buscando alguna explicación, levante mi vista, hice un minucioso recorrido por toda la aeronave. Me detuve a
mirar a las azafatas, estaban ocupadas con la distribución de la cena. A lo lejos pude observar una de ellas
abriendo la puerta de la cabina de mando. Alcance a divisar al piloto, ¿piloto? El piloto! –Grite en mis
pensamientos- ¿Cuál es el papel del piloto en una emergencia? ¿Y los tripulantes?, ¿Qué de ellos? ¿No se
supone que son ellos quienes deben hacerse cargo de semejante responsabilidad? ¿No son ellos los que se
prepararon para volar? ¿No son ellos los que estudiaron durante años para saber qué hacer en un caso de
emergencia? Yo solo soy un pa-sa-je-ro. Esta responsabilidad le cabe a ellos, no a mí.
Tal vez te parezca exagerado, pero es lo que realmente sentí durante aquel vuelo. Te aseguro que un cilindro
metálico a miles de metros de altura, es un buen lugar como para hacerte algunas preguntas. Yo me las hice,
y aunque no encontré muchas respuestas,quedaron grabadas cada una de las palabras de aquella hoja de
seguridad.
Ahora estoy en mi hogar. Sentado. Escribiendo. Han pasado algunos días de aquel vuelo y, lamento
decepcionarte, no paso nada espectacular. Llegué a casa, pero no hubo llamas. Llegue a destino pero no hubo humo. Tampoco hubo aterrizaje de emergencia, y mucho menos una evacuación. Pero hubo un mensaje.
Claro…muy claro. Dios quiso recordarme algunas verdades espirituales, lo hizo a miles de metros sobre el
nivel del mar, y quisiera compartirlas contigo.
En primer lugar, me enseño que nuestra vida es un vuelo, o para ser más preciso, cada día de nuestra vida es un vuelo. Que del mismo modo que lo hicieron conmigo aquella tarde, te preguntan a ti antes de cada vuelo:
“¿Quieres sentarte en la salida de emergencia?”. Con una gran diferencia, es el Señor quien te lo pregunta. El
tiene un propósito para ti y para mi en cada viaje, y quiere saber si estamos dispuestos a llevarlo a cabo.
Me recordó que es El mismo quien programa cada vuelo, que tiene un asiento especial disponible y te
pregunta si estas interesado en ocuparlo. Tu agitada jornada de trabajo, el tiempo con tu familia, una
conversación con tus vecinos, una visita inesperada de tus amigos, horas de estudio con tus compañeros, una
reunión complicada con tu jefe. Son vuelos. Vuelos diarios. Algunos duran horas, otros minutos. Pero todos
tienen algo en común: que no viajas solo. Otros pasajeros están sentados a tu alrededor. Puedes observarlos?
Dos asientos mas allá veras a uno. Parece viajar tranquilo, pero no es tranquilidad lo que tiene, es
desesperanza. A tu lado tienes uno dormitando, lo ves relajado pero si pudieras verías en lo profundo un alma
que no encuentra descanso. Otro está ocupado, leyendo, aunque en realidad solo intenta tapar el vacio de su
soledad. Esta el que nunca deja de trabajar (para no hablar), el que nunca deja de hablar (para no pensar), el
que no deja de pensar (para no llorar). Uno y otro más. No importa que estén haciendo, todos necesitan una
salida. Una puerta de esperanza. Una salida de emergencia. Tú puedes indicarle donde está. Sabes el camino.
¿Quieres sentarte allí? Dios te lo pregunta cada día.
Pero Dios también me recordó otra verdad, que cuando aceptas ese lugar cuentas con su cartilla de seguridad.
Tal como la tuve yo, El no te deja a la deriva. Sabe que necesitas de su guía. Tienes sus palabras, tienes su
voz… Tú puedes escucharlo y él puede guiarte. Una vez, y otra vez y otra vez. ¿Sabes a que me refiero, no?
Dios te ha dejado Su Palabra para que eches mano a ella antes de cada vuelo. Ocupar tu lugar en su plan
divino es tan importante como conocer para que lo ocupas. Esta allí, frente tuyo. Tomate un tiempo para
leerla…
Una primera verdad
"Dios quiere que sepas que eres un pasajero especial ". No eres uno más. Has conocido a Jesucristo, has
comprendido el evangelio, has puesto tu confianza en El. Eso te hace especial. Eres importante en cada vuelo
porque conoces algo, que ignora el resto. Conoces la SALIDA. Dios te ha puesto donde hoy estas, como parte de su plan. Es posible que hayas cuestionado tu asiento alguna vez. ¿Quien no lo ha hecho? Habrás alzado tu mirada al cielo, y con lágrimas en tus ojos habrás pedido que te cambie de vuelo. “Si tuviera otro trabajo…”, “si mi esposo compartiera mi fe…”, “si viviera en otra ciudad”, “si tuviese otros padres”, “si hubiese tenido otra educación”. Pero recuerda, Dios es quien programa tus vuelos. No cuestiones sus planes, El sabe lo que hace. Dios quiere usarte allí. Donde estás. Donde estés. No en otro vuelo. En éste. No en un asiento más adelante, tampoco en un asiento más atrás. Allí, donde estás. El lugar en que te encuentras hoy es desde donde hoy puedes mostrar la salida a quienes hoy están en problemas. ¿No cambia esto tu perspectiva? ¿No miras a tu asiento de otro modo? Toma la cartilla, lee de nuevo sus palabras… y sonríe. Eres de vital importancia en este vuelo.
Mas verdades
Pero eso fue solo el comienzo. No solo quiere que sepas que eres importante, sino que sepas porque lo eres.
El mismo se encargo de llenar esa cartilla con un sinnúmero de verdades acerca de tu identidad. Eres una
nueva criatura en Cristo (2ª Cor.5:17), eres un ministro de la reconciliación (2ª Cor.5:18), eres embajador de Cristo en la tierra (2ª Cor.5:17), eres más que vencedor (Rom.8:37), eres ciudadano del cielo (Fil.3:20), y mucho más. Realidades espirituales que nuestro Padre dejo escritas para que supieras que estás preparado para ocupar ese asiento. Verdades que definen quien eres. Y eres tan especial para El que te lo dijo de muchas maneras. Por su Gracia eres quien eres, y por su Gracia puedes marcar el camino. No necesitas aprobar el curso “Aprendiendo a abrir la puerta de emergencia en 10 segundos”. Suena atractivo, pero basta con señalarla puerta. Tampoco necesitas asistir al seminario “Las 25 técnicas más exitosas de evacuación”, basta con compartir tu fe, solo eso. Los métodos pueden ayudarte pero… mostrar la salida es suficiente. Y para mostrar la salida alcanza con haberla atravesado alguna vez. Has estado en emergencia, lo recuerdas? Has abierto esa compuerta, y ahora sabes quién está del otro lado. El mismo que alguna vez te rescato, espera que le muestres la salida a quienes hoy están en emergencia.
¿Y el piloto?
También aprendí aquella noche, que no es bueno cuestionar al piloto. Aun sigo sin entender, cual es su tarea
en una situación de emergencia. También me cuesta aun entender porque Dios permanece en la cabina,
esperando que nosotros señalemos el camino. Él lo haría mejor. Sin embargo así lo quiso. ¿Y los tripulantes?
Ellos están a nuestro servicio, pero no harán nuestra tarea. Harán la suya. Dios no les ha dado a sus ángeles la misión de comunicar su mensaje. Te la ha dado a ti, me la ha dado a mí.
Aquella fue una lección de vuelo para mi vida. El nos ofrece un lugar especial, nos califica con su Gracia para
ocuparlo, y por alguna razón nos encomienda a nosotros la tarea de indicar a los demás la Salida de
Emergencia.
Pero no quiero terminar aquí. Olvide comentarte el final de mi lectura. La cartilla terminaba con un último
mensaje. Un mensaje escrito con letras mayúsculas, resaltadas y subrayadas. Era como una última
recomendación.
SI USTED NO DESEA CUMPLIR CON ESTO, POR FAVOR ANUNCIESE A LA TRIPULACIÓN PARA QUE SEA RE UBICADO
Dios tiene un plan para ti cada día. En cada vuelo. Eres importante para El. Te ha preparado para cumplir su
misión. ¿Qué harás? ¿PEDIRAS SER REUBICADO?.
Martin S. Zanetti
Octubre de 2011

lunes, 31 de octubre de 2011

La esencia de la Iglesia.

Este video resume mucho de lo que como iglesia deberiamos SER, y de nuestro llamado.

Entre Nosotros.


Hoy aprendí algo buenísimo acerca de la iglesia, y como dice mi amigo Martín Zanetti, no es sorprendente que Dios te hable, sino a veces en la forma en que lo hace. Como cuando nuestro amado Jesús pisó la tierra, El hoy me enseñó algo muy valioso acerca de nuestras relaciones en la Iglesia con algo de la vida cotidiana, como cuando hablo de la fe usando ese grano de mostaza.
Estaba intentando pintar una ventana (mejor dicho, parte de ella) y si hablamos de trabajos manuales, mejor me dedico a otra cosa, lo sé, no soy buen pintor, por eso casi nunca lo he intentado. Total que, esta mañana, cumpliendo mi compromiso de colaborar en el proyecto de la construcción de una librería para nuestra iglesia y para la comunidad acudí a mi cita, y en menos de lo que pensé, estaba con un pincel, duro por lo viejo, en mis manos tratando de cubrir un color azul de dicha abertura con pintura blanca sintética.
Harold, quien estaba a cargo de la complicada (para mí) tarea, me indicó en su muy básico español, donde debía pintar. Entendí y con mi aun más básico inglés, intercambiamos alguna conversación que por cierto, fue edificante.
Déjame hablarte de Harold. Es un hombre que vive en Hagerstown, una pequeña ciudad del Estado de Maryland, en los Estados Unidos de Norteamérica. Hace unos cuatro años que lo conocí en uno, quizá el primero, de sus viajes a la ciudad de México. Es maestro de Matemática Financiera, Economía y Filosofía Bíblica en el colegio Heritagge de aquella localidad. Fue director de esa escuela, y por lo que nos cuentan, muy capaz en su desempeño en cada uno de estos cargos. Se también, que luego de su trabajo de DIRECTOR de aquella institución, trabajaba en un supermercado acomodando mercancía. Lo que les quiero decir, es que, Harold, desde el momento que lo conocí, fue un ejemplo de humildad, dedicación a Dios y generosidad, a tal punto que cada año viaja a México para sumar, para animar, para alentar, para colaborar en cada sueño o proyecto que puede. El paga su pasaje y el de su esposa, así como todos sus gastos. Trae ofrenda que El y su iglesia (pequeña) recogen para bendecir nuestra iglesia. Han sido para nosotros, como familia también muy especiales, siempre interesados en nuestras necesidades, mostrando amor en acción.
Seguramente no es perfecto, lo sé, pero quiero contarte lo que Dios me enseño hoy por medio de Harold. Intentaba realizar mi misión casi imposible de pintar en los lugares donde él me dijo, y él venía por detrás con otro pincel, no mejor que el mío, cubriendo los “baches” que dejaba, pero siempre sonriendo y hablando en nuestro disonante spanglish. Me hizo pensar en la iglesia. Cuando vemos que nuestro compañero de equipo está haciendo mal las cosas porque no puede, porque tiene que crecer o aprender. ¿Qué actitud tomamos? ¿Tapamos sus “baches” con nuestros pinceles o hacemos notar que dejo esos baches y condenamos su error? He visto, con tristeza, que es más fácil lo segundo, lo malo, quizá por esa inclinación al mal que el Apóstol Pablo mencionaba. O quizá para demostrar que “si lo hubiera hecho yo, esos espacios sin pintar no estarían”, claro, siempre y cuando sea mi fuerte y no mi debilidad. Harold también se arrojo al suelo y pintó por debajo unos tirantes de la ventana que yo deje sin pintar, porque me era incomodo pintarlos y porque sinceramente, ni me di cuenta. Sin decir nada lo hizo. Algo que hubiera sido difícil para mí, el lo hizo. ¿Cuanto ayudamos a nuestros compañeros de equipo y hermanos en sus debilidades? Aunque nos tengamos que echar en el suelo. ¿Qué estoy dispuesto a hacer para ayudarlos en lugar de ir corriendo con todo mundo a “comentar” sus debilidades con el fin de que “oremos para que cambie”? No encuentro la diferencia entre ese “comentario” y el chisme. Claro, es una cuestión de nombres, pero el chisme es PECADO.
Solo dos pasajes quiero citar para terminar.
I Tesalonicenses 5:11 dice en la Nueva Versión internacional: “Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo”. Si es tan claro este versículo, ¿porque hacemos lo contrario? ¿Porque a veces, dejamos salir de nuestra boca palabras o tenemos actitudes que no hacen ni una cosa ni la otra de las que Pablo le aconsejaba a los Tesalonicenses? Y eso que somos el Pueblo de Dios.
Gálatas 6:2 en la misma versión dice: “Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo” Mas allá que estas palabras fueron escritas en griego originalmente ¿Qué no entendemos de ellas? No dice aquí el apóstol: si tu hermano se lo merece, o si es tu amigo, etc.… solo dice, unos a los otros.
¨Imagino este maravilloso cuadro: La novia imperfecta, camino al altar, a encontrarse con su novio Jesús, mientras va siendo transformada de ramera a pura y santa, sin mancha alguna, hasta que Dios diga: “El novio puede besar a la Novia” en aquel gran momento que nos espera” (Junior Zapata, en una plática a nuestro equipo misionero).
Mientras transitamos ese camino, aprendamos a usar bien nuestra boca y nuestras actitudes, para edificar y no destruir, para animar y no desanimar, para servir y no pretender siempre ser servido, para amar a todos a quienes Dios ponga delante, los de adentro y los de afuera, y para que por la forma en que somos entre nosotros muchos puedan creer en El.
Soñando e intentando ser la iglesia que Dios diseñó para hoy y para este lugar.
Gerardo Pereyra. 

Messi, Zaqueo, Jesús y Tu. Tu También Juegas - Lucas 19: 1 – 10

Tuve la alegría de poder ver el primer partido de la selección argentina de futbol  por las eliminatorias para el mundial 2014. Mi hermana me regaló una entrada en un lugar muy bien ubicado. Estaba a metros del campo de juego, al lado de ex jugadores de futbol, técnicos, aún muy cerca del papá de Lionel  Messi, el mejor jugador del mundo, a quien tuve la oportunidad de ver jugar esa misma noche y deleitarme con un futbol de alto vuelo, al igual que otros grandes jugadores de nivel mundial como Higuain, Dimaria, y otros. Y para rematarla, mi selección, ganó jugando muy bien, Messi hizo un gol y fue una experiencia inolvidable para mí.
Como les conté, tenía una buenísima ubicación en el estadio de River, el más grande de mi país, vi de cerca a estos grandes, y al más grande del futbol de hoy. Por un momento pensé lo bueno que sería estar en el campo de juego en lugar de esa muy buena ubicación. Jugar con ellos, interactuar, hacer un gol, etc. Una utopía para mí, pero,  como buen argentino  y “futbolero”, no pude dejar de pensar en eso.
Ahora déjame hacer un paralelo con la historia de Zaqueo. Como sabes o habrás leído, Zaqueo era  un judío que cobraba impuestos a los judíos para los romanos. No era muy querido por su propio pueblo, era considerado algo así como un traidor. No obstante, Zaqueo quería conocer a Jesús, que seguramente ya tenía cierta fama, y se enteró que pasaría por su ciudad. Como era de baja estatura, se subió a un árbol para verlo en primera fila, en la “platea” de la calle principal de Jericó, quizá como aquella ubicación que tuve en el estadio de River.
Jesús lo vió, y no dudó en llamarlo por su nombre e invitarlo a bajar de ese árbol y caminar con él hacia su casa. Jesús quería algo más que un espectador. Quería ser parte de su vida, ir a su casa, comer con él, conocer a su familia, conocer su lugar, su entorno. También quería que Zaqueo lo conociera a Él. Entablar una relación, una amistad, ir más allá de una simple observación de alguien “famoso” que pasaba por ese lugar. Quería ser su AMIGO. Quería cambiar su vida.
Lo mismo pasa hoy. La invitación de Jesús sigue siendo la misma. “Bájate, voy a tu casa”. Quiero conocerte, que me conozcas, quiero saber cómo vives, cuáles son tus deseos, cuáles son tus dolores,  cuáles son tus sueños. Quiero saber de tus amigos, y que tus amigos sepan de mi.
Jesús sigue invitándote a bajar de la platea de la religión, donde solo VAS a un lugar, a una actividad, para que juegues este partido, para que seas el protagonista. Protagonista no es simplemente tener un  “ministerio” dentro de la iglesia, llegar a ser un “líder reconocido” un orador al que inviten a grandes conferencias llenas de luces y “glamour” cristiano, para alcanzar la “fama”.
Jesús te invita a bajarte del árbol de la religión, para conocer a tus amigos más profundamente,  para ayudarlos con sus problemas, para entenderlos, para mostrarles el amor de Dios, mientras caminas con ellos. También para aquellos que no son tus amigos, pero están necesitados, tienen sed, y tienen hambre;  tu puedes mostrarles a quien puede saciarlos. Protagonista es cambiar tu entorno con el amor  y la luz de Jesús.
Esa noche, no jugué con ellos, solo miré lo que fue para mi, el mejor partido de mi vida, pero tu, en este equipo, donde Jesús es el capitán, el Único, el Mejor,  tienes un lugar. No para ser la estrella, sino,  para brillar porque estás al lado de Él, Anímate. Baja de la platea.  Juega este partido. Se protagonista.  ¿Te animas?
Gerardo Pereyra.